El Aeropuerto de Lisboa, que ayer tuve ocasión de conocer a fondo mientras esperábamos el vuelo de vuelta.
Viaje por temas de trabajo, ida y vuelta en el mismo día, a Lisboa.
Al margen de la paliza que supone levantarte a las 5.30 para coger un vuelo en Barajas a las 8, pasarte el día de presentaciones desde las 9.30 (hora lusa) hasta las 18h y volverte a las 19.30 (hora lusa) y llegar a Madrid casi a las 22h, sumarle el hándicap del calor de estos días.
Y ahora además añadirle el haber ido de traje y corbata, y empezaréis a atisbar el infierno de calor que viví ayer.
Por último, añadir que por temas de ahorro energético (vi mucho cartel promulgando el ahorro eléctrico) o por ineficiencia de algo/alguien el aire acondicionado era puramente testimonial, y entonces sabréis lo que pasé ayer en Lisboa...
Ahora, Lisboa sigue siendo una ciudad preciosa que visitar al menos una vez (durante más de un día para poder ver lo suficiente) y en la que pasearse por sus calles y barrios más típicos.
Estampas así solo se pueden ver en Lisboa, donde el tranvia es mucho má que una opción más de transporte.
Una de sus imágenes más conocidas, el Elevador de Santa Justa, que podemos coger para disfrutar de unas bonitas vistas elevadas de Lisboa.